18.2.06

Paridad e Igualdad

Hace poco leí en un escrito -más vale no citar fuentes vergonzosas, muy alejadas de la capacidad creativa de sus autores- una alusión a "las mujeres y hombres de Sevilla". Como amante de las letras, y fiel seguidora de la secta creada en 1713 por la Real Academia Española -que aunque no lo lleve escrito en sus apellidos, lo es de nuestra lengua-, la expresión resultó de lo más chirriante para mís oídos. Es lo que tiene la literatura: esa capacidad de sugerir emociones, sentimientos, recuerdos, aromas, y hasta sonidos de lo más desagradable.

Podría decir que, a pesar de lo fea que me resultó la frase antedicha, por inhabitual, tiene sus ventajas al suponer un avance en la conquista de la paridad. Pero, ¿quién ha puesto de moda ese término ridículo -esperemos que no haya sido la RAE-, con la obvia intención de enmascarar esa otra conquista pendiente, la de la igualdad?

Si como amante de las letras, la expresión "mujeres y hombres" me resulta desagradable; como mujer, considero que no aporta nada, o al menos nada positivo, a ese campo de batalla, todavía cubierto de cadáveres, cuerpos desmembrados y miembros sangrantes, que en nuestro país es el asunto de la igualdad entre mujeres y hombres.

Ese tipo de intentos de equiparar lingüísticamente el género masculino al femenino, cuando es bien sabido que la prioridad del primero se debe, estrictamente, a su capacidad -sólo lingüística, ojo- para contener al género neutro, sólo sirve para espolear a las feministas radicales -esas que piensan que ir a la peluquería es sinónimo de vejación y humillación-, para calmar las conciencias de la clase política -los de la peor clase- y para propiciar la sublevación de los hombres. Esos hombres, que ya no sólo se quejan por un justo recorte de sus derechos, durante siglos exagerados frente a los de las mujeres, sino que lloriquean con razón ante la oscilación del descomunal péndulo que ahora se les viene encima y que tiende a presentarlos como seres a la altura de chimpancés sin gracia, en series de televisión como Los Serrano o Siete Vidas.

¡Con lo fácil que habría sido escribir, simplemente, "las personas de Sevilla"!

Firmado, una mujer.

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