28.10.06

Cuando seas padre...

...comerás huevos.

He oído tantas veces ese refrán, me lo dijeron tantas veces, que fui tonta y me lo creí. Nunca lo asocié al hecho de tener hijos, sino al de cumpliar años. Interpretaba: "Cuando seas mayor, serás libre". Y yo, de nuevo, fui tonta y me lo creí.

Desde entonces, fui cumpliendo años y reservándome para el gran momento de comer huevos, de ser adulta. Decidí portarme bien, hacer lo que todo el mundo esperaba de mí sin preguntarme si era lo que yo quería, procuré no defraudar a nadie y ser "una niña buena".

Perdí todas las oportunidades de rebelarme contra la autoridad, porque deseaba con todas mis fuerzas colaborar con ella. Seguramente deseaba era ser aceptada. Y mi única queja, mi pequeña rebelión, se producía sólo cuando no se tomaba en serio el esfuerzo que estaba haciendo, cuando se minimizaba.

Ya está bien. Ya soy adulta, o eso dicen. Y no compensa. He conseguido cargarme de responsabilidades y obligaciones que no puedo asumir. Y como siempre lo he dado todo, se sigue esperando que realice los mismos esfuerzos de antaño. Y estoy harta de superarme.

Ya está bien. Ya ha pasado todo.

Y no dejo de preguntarme por qué, cuando tuve la oportunidad, cuando era el momento de hacer las cosas, no lo aproveché. Esperé. Quise ser legal.

Y mi recompensa es haberme perdido la vida que pude tener. Porque ahora ya ha pasado todo. Ya no puedo romper las ataduras, ya no puedo soltar amarras. Debí hacerlo antes, cuando todos lo hacían. Debí ser insolente, irresponsable y despreocupada. Debí ser egoísta. Debí pensar en mí, cuando nadie lo hacía.

Eso sí, los huevos no me gustan. Ni fritos ni de ninguna otra forma. Será por eso que renuncié a comerlos.

26.10.06

Con la vista perdida

Ya lo anunciaba sutilmente, como viene siendo habitual en ese tipo de ofertas, la letra pequeña del rimbombante anuncio del periódico, en un lenguaje que no conseguí descifrar, pero que me sugería sin paños calientes que estaba demasiado miope como para hacerme unas gafas nuevas a buen precio.

No es que no fuera capaz de leer la "letra pequeña". Nada de eso. Si los ojos, hoy por hoy, para lo que me sirven es para leer. Eso sí, no me pidas que salga a cazar perdices, que me pueden pasar a dos metros en vuelo rasante y seguramente no las veré.

No, se trataba de un mensaje más o menos críptico incluido en el anuncio, por lo demás muy clarito, que venía a decir algo así: "Montura y cristales, 20 euros. Precio limitado a existencias, a los modelos más feos de nuestro escaparate y a miopes que tengan entre una y dos dioptrías". O algo así.

Pero me arriesgué. Me arriesgué a quedar como la cegata del pueblo. La muchacha que me atendió me dijo: "Es que con los cristales que tú necesitas no te lo podemos hacer, porque te pasas el límite de dioptrías. Además, esto está limitado a cristales sin reducción". Lo que era fácilmente traducible como: "Además, como no te hagamos reducción en los cristales, te veo con dos culos de vaso en la cara, bonita". Creo que aquella chica se reía para sus adentros. ¡Cuánta maldad hay en este mundo!

Después llegó la odisea de las monturas. La chica sólo me sacaba gafas que llevaban inscrito en el lateral cosas como "Carolina Herrera", o "Prada", o "CK"... No sé si es que no tenía otras o que me veía con ganas de tirar el dinero, aunque si fuera esto último podríamos decir que la que estaba totalmente ciega era ella. Era indiferente, con marca o sin ella, ninguna me gustaba, ninguna me sentaba bien.

Al fin, encontré unas gafas que, muy a pesar mío tenían una de esas inscripciones, pero resultaban más o menos discretitas. Y sin embargo, cada vez que me las pongo, no dejo de ver en el espejo a la inimitable Rosa León.

Con todo esto, lo que quiero decir es que, mirar seguiré mirando al infinito, aunque cada año vea menos. Y el dinero que me cuesta.

¿Por qué cosas tan básicas como ésta no las paga la Seguridad Social?

23.10.06

Bromas de la Historia

El almirante británico sir George ROOKE, al frente de una escuadra angloholandesa formada por más de 80 buques, tomó en 1704 la ROCA o Peñón de Gibraltar, sin apenas resistencia. Sus habitantes huyeron a diversas poblaciones cercanas, si bien la mayoría se reunió alrededor de la ermita de San ROQUE, donde fundaron una nueva localidad, con el mismo nombre.

Además de los juegos de palabras, lo más famoso de este pueblo gaditano, en cuyo término municipal se sitúa el yacimiento púnico-romano de Carteia, es su perro, mil veces mutilado por el dicho popular. El animalillo tiene hasta una estatua.

22.10.06

Una casa

Una casa con zaguán en penumbra, que recibe al visitante con los brazos abiertos de silbante frescor, apaciguando con mimo su mirada de estruendosa cal, reflejada en el sol de las calles. Una casa con patio, apoyado grácil en columnas, columnillas o pilares enroscados de hojarasca, poco importa; centrado por el run-rún de la fuente infinita e inaccesible, de un agua que uno no ha de beber; despierto en el verde de hojas, que caen por doquier. Una casa con pasillos breves y estancias cercanas. Una casa con pavimentos cerámicos, que acarician con hielo intermitente los pies descalzos del verano; y se visten de otoño con ropas de lana suave, de colores mitigados. Una casa de verano y de inverno. Una casa con un piso alto, de cristales donde ver golpear las gotas de lluvia, desde el familiar abrazo a una taza de café humeante; de cristales donde ver brillar las primeras luces de la primavera temprana, desde donde tomar decisiones alegres, como prescindir de la bufanda. Una casa de escaleras crujientes. Una casa de habitaciones sin muebles, con paredes que hablan, forradas de arte y de inarte, con luces cálidas y cortinas voladoras. Una casa que vive hacia dentro, sin alardes exhibicionistas. Una casa con neveras inventadas, horadadas en las esquinas de las gruesas paredes. Una casa de piedra, de ladrillo, de madera, relumbrada de cal y de estuco; renombrada por pinturas romanas a mano alzada y mocárabes colgantes, auténticos o falaces. Una casa de verdad.

¡Cómo hecho de menos esa casa que nunca tuve y que, seguramente, no tendré jamás! Las casas ya no se hacen artesanalmente. Vivo en un décimo piso, sin décimos de lotería que me permitan, por azar, hacerme con suficiente dinero como para pagar una casa hecha a mano, como las de antaño.

La historia es sabia y toda ella está recorrida por casas como esa en esta tierra. Y sin embargo, a alguien se le ocurrió, hace años, que todas las ciudades debían seguir el mismo modelo, independientemente de la forma de vida de cada ciudad, de su clima o de su carácter. Todas las ciudades se han hecho una, con prefabricados de cemento de baja calidad y paredes de papel que dejan oir los suspiros del vecino, hacinados unos sobre otros, en una colmena cualquiera que es igual aquí que en Pekín.

Yo quiero una casa romana y mora, donde el baño se me empañe y el vaho ascienda hasta irse, silencioso y discreto, por las lucernas del techo.

21.10.06

Eventualmente, blogs

No soy muy dada a enlazar por enlazar, pero creo que este enlace se lo merece. Se trata de un Evento que tendrá lugar en Sevilla durante los días 17, 18 y 19 de Noviembre, y que presume de ser la primera gran cita estrictamente bloguera de España.

Y quizá lo sea, ya que aunque ha habido propuestas anteriores, siempre - que yo sepa - han ido vinculadas al periodismo y tratando de marcar las distancias entre en el periodista y el bloguero, que, aunque a veces lleguen a fundirse en una misma persona, suelen ejercer un papel u otro según las circunstancias. La última noticia respecto a este tipo de jornadas me llega vía Sergio Mahugo y tuvo lugar en Valencia: se trataba del Primer Congreso de Periodismo Interactivo.

El Evento sevillano tiene la intención, por su parte, de analizar el impacto de los blogs en todos los aspectos de la sociedad. En ese sentido, las "mesas redondas" que más me han llamado la atención y a las que me apetecería asistir son las referidas a "Blogs y Empresa" - el hecho de que tenga lugar el viernes por la tarde limita todas mis posibilidades de asistencia - y "Blogs y Ética" - que teniendo lugar un sábado, hace más fácil la participación de todos los interesados.

Pero hay algo que me tira un poco para atrás. Iba a apuntarme sin dudarlo, a pesar de la obligación de renunciar a la primera jornada por motivos de trabajo, cuando descubrí que el "formulario de asistencia" consistía nada más y nada menos que en dejar un comentario en la entrada "Ven a Sevilla. Inscríbete". A día de hoy, a las diez y media de la mañana, las personas que han dejado su comentario son 142. ¿Sólo 142? ¿Es ésta una forma seria y organizada de preparar un evento de esta, pretendida, magnitud e importancia? Desconfío, desconfío.

Así que en esas estoy, deshojando la margarita. ¿Voy? ¿No voy? ¿Alguien se apunta? ¿Alguien me da su opinión?

20.10.06

Plan General de Sensibilización: Humaniza

La Consejería de Humanidad de la Ajunta de Andalucía ha presentado recientemente el "Plan General de Sensibilización: Humaniza", elaborado con el fin de potenciar la sensibilidad de las relaciones humanas en la sociedad andaluza, que recuperarán de este modo un puesto destacado en la escala de valores de los ciudadanos.

Los objetivos del Plan Humaniza son los siguientes:
  • Garantizar la reubicación y valorización de las relaciones humanas, que se situarán al mismo nivel que otro tipo de relaciones, como las comerciales o de negocios.
  • Impedir la deshumanización progresiva de la sociedad, evitando principalmente los casos extremos de abandono familiar y transtornos mentales y del comportamiento derivados de la deshumanización, como depresión, angustia social, intentos de suicidio o compulsión maníaca de rechazo al mundo entero.
  • Dar a conocer y fomentar valores olvidados, como la amistad -sincera-, el cariño, el respeto, la solidaridad...
  • Recuperar modelos de vida y comportamiento que tan arraigados estuvieron en nuestra cultura, estableciendo de este modo una propuesta integral que actuará conjuntamente con áreas de cultura, patrimonio y etnología.
  • Mejorar las condiciones de vida emocional de personas deshumanizadas, para su reinserción en esta nueva sociedad humanizada.
  • Respaldar a aquellas personas que luchan por la humanización, aunque ello vaya en contra de sus intereses físicos, económicos o laborales.

Para llevar a cabo estos objetivos, la Consejería de Humanidad ha planteado varias líneas de actuación:

  • Campaña de Marketing: creación de imagen de marca del Plan Humaniza, diseño de contenidos, elaboración de folletos, trípticos y cartelería, spots para radio y televisión, etc.
  • Campaña de Sensibilización desde las Aulas: formación específica para el profesorado, organización de cursos y seminarios dirigidos a niños y jóvenes, para informarles de la existencia de estos valores.
  • Talleres con Mayores: se proveerá de personal específico a los centros de día y centros de la tercera edad, que será el encargado de recoger los testimonios de nuestros mayores, con el doble objetivo de reportarles la satisfacción de sentirse escuchados y de transmitir su experiencia a la siguiente generación.
  • Subvenciones para empresas: se dotará de un plus de "buen rollo" a todas aquellas empresas que, en lugar de premiar a los trepas desalmados, potencien la armonía de sus trabajadores, evitando que se originen perfiles como el del "aprovechado" o el "envidioso".

El Plan Humaniza ha establecido un marco cronológico infinito, para el desarrollo de estas líneas de actuación, que contarán con un presupuesto de cero euros, complementados con una enormidad de buenos sentimientos. De este modo, está previsto que durante los próximos años, los beneficios de felicidad personal, plenitud emocional y satisfacción humana se multipliquen.

Con todo ello, la Consejería de Humanidad pretende recuperar elementos tan básicos para la vida cotidiana de los andaluces, como el tradicional "buenos días", que solía decirse por las mañanas; evitar comportamientos egoístas, destinados al único beneficio personal; y garantizar un futuro donde una sonrisa sea capaz de mover el mundo.

18.10.06

Naturaleza Humana

Somos un devenir constante y lo que nos define es la evolución, el cambio. Así que, en esencia, se puede decir que casi no somos y que, más bien, estamos. Y eso, cuando estamos.

Los que dejan estelas, como los cometas, ya pueden presumir de "ser". El problema es que los que son y tienen estelas, casi nunca están. Sólo estuvieron. La trascendencia sólo se vislumbra a posteriori. Así que, quienes aspiran a "ser" nunca sabrán si lo han conseguido o no. Lo curioso es que la vida se disfruta más estando que siendo, porque las esencias monolíticas imponen ataduras difíciles de soportar.

16.10.06

Hablar por boca de otro

El listo, el snob y el tonto. Increíble, pero cierto. Hay algo peor. Hay un personaje que reúne las peores características de los tres anteriores: el erudito. Ese personaje que ha leído mucho y ha vivido poco; que esgrime las lecturas que a base de reglas nmemotécnicas va almacenando en su cerebro para quedar por encima de los demás, menos leídos. En ese almacén que tiene por cabeza casi se puede encontrar de todo: desde obras de arte, con la correspondiente reseña del catálogo; a noticias de actualidad, con la correspondiente referencia de fecha de publicación y autor. Una enciclopedia con patas que habla por la boca de otro.

Uno de sus mayores divertimentos consiste en lanzarse al cuadrilátero con otros de su especie a debatir cualquier asunto de interés, por el exclusivo medio de las "citas", gracias al cual el resto de los asistentes al combate se puede quedar a dos velas pensando que es medio imbécil. Para ello utilizan frases del tipo "según el pensamiento de fulanito... blablabla", con lo que quien no conozca al fulantio, poco puede opinar. De esta manera, persiguen una de sus mayores satisfacciones, humillar a la ciudadanía que pasaba por allí.

El otro objetivo es, sin duda, vencer al contrario con argumentos que no pueda rebatir. En ocasiones me recuerdan a los pokemon, si se me permite el símil: estos muchachos de dibujitos animados que tenían bolas con bichos dentro y que no hacían... ¡nada! Simplemente, lanzaban a sus bichitos -después de pedirles que salieran de sus bolas, claro- a pelearse entre ellos. Del mismo modo, los eruditos lanzan a los autores de sus libros de cabecera a pelearse entre ellos.

Quizá creen que sacarse de la manga a fulano o a mengano sea un ejercicio de ingenio, cuando no es más que un ejercicio de pedantería. Lo que piensan ellos nunca queda del todo claro, y así se cubren las espaldas, no vaya a ser que digan un sinsentido. Nunca dirán "yo creo", "yo pienso", "yo opino"... Quizá sea una cuestión de escasa autoestima.

Hay veces que se les ve el plumero, que con un poco de trabajo y conociendo mínimamente el idioma se pueden traducir-traslucir sus ideas. Y son de lo más sencillas. Pero eso sí, si estuvieran formuladas de un modo "natural" y, sobre todo, con una voz propia, carecerían de esa "pátina de verdad" de los autores antiguos o las ideas establecidas. Dejarían de ser crípticas, herméticas, y serían accesibles a todos. Y eso, para el mundo elitista de los eruditos, sería lo peor que les podría ocurrir.

El erudito renuncia al lenguaje universal. El erudito tiene demasiado miedo como para arriesgarse a crear imágenes propias. El erudito, quizá no lo sepa, pero con su actitud constante, reniega constantemente de la belleza.

9.10.06

Viajeros

Hay quien se va para no volver. Eso no es viajar, es huir. Como la juventud, divino tesoro. O como el tempus, que fugit.

Hay quien se va para volver tal como se fue. Ese es el viajero estilo "maleta", que lo mismo puede quedarse en el aeropuerto sin ser reclamado por nadie.

Hay quien se va para volver con menos dinero y más fotografías de sí mismo, en poses extrañas y supuestamente graciosas, tomadas en entornos de interés. Ese es el viajero estilo "guiri", que todos debemos evitar si queremos mantener intacto el equilibrio mental.

Hay quien se va sin desvelar a dónde ni tampoco cuándo volverá. Ese es el viajero estilo "aventurero". En realidad, cuenta con una red muy bien tupida de amigos-conocidos-familiares-compañeros en todo el mundo que seguramente le alojará o le hará la vida más fácil en su camino. No es de fiar: o bien te pide dinero o te mete en problemas.

Hay quien se va con los ojos abiertos y los bolsillos llenos. Ese es el viajero estilo "turista clásico". Disfrutará un montón, pero sólo serán vacaciones y hasta el año que viene no se pueden repetir.

Hay quien se va con una excusa difícilmente sostenible, sólo por cambiar de aires. Ese es el viajero estilo "hastiado de la vida". Volverá pronto y sin ganas de moverse de casa.

Hay quien se va intermitentemente, de manera que nunca sabes si está de camino o de regreso. Ese es el viajero estilo "guadiana". No sabe muy bien dónde está, qué día es o cómo se llama. Un despistado para fuera.

Hay quien se va a tan sólo unos metros de distancia. Al día siguiente, da un paso más; otro día, coge la bicicleta; de vez en cuando, un cercanías. Y cuando te quieres dar cuenta ha desaparecido de tu vida. Es el viajero estilo "viejo amigo". Cuando vuelves a verlo, ya no lo reconoces. Porque, casi sin ser consciente de ello, tú también diste un paso, cogiste la bicicleta y usaste el cercanías más de una vez.

Hay quien viaja montado en el mundo. Yo he recorrido hoy un día entero, sin moverme de aquí. Ese el viajero estilo "cómodo". Cree que viaja pero no sólo termina en el punto de regreso, sino que un día se da cuenta de que no ha hecho ningún recorrido. Y las piernas están ya demasiado endebles, han olvidado como caminar.

Desde la ciudad ficticia

La profesora de la Universidad de Málaga, Reyes Escalera, que espero no se disguste si se ve citada en estas páginas, me ha facilitado una documentación muy interesante -muy valiosa, me atrevería a decir- sobre la Fiesta Barroca, para realizar un trabajo que ahora no viene al caso.

Como buena historiadora, sus palabras nos permiten al resto de los mortales, no sólo comprender nuestro pasado, sino ver en él el reflejo de nuestro presente. Concretamente, habla de la transformación de la ciudad con motivo de la fiesta y cómo, llegado el momento, las calles, las casas, cobraban un aspecto completamente ajeno a la realidad, ocultando sus miserias con tramoyas y arquitecturas ficticias. Así, se llegaba a construir una "ciudad irreal, utópica, de teatro, de tramoya, ficticia, excepcional...", cito.

No estoy segura de qué tipo de crema antiarrugas utilizan los sevillanos, pero parece que va muy bien puesto que, 400 años después de aquello, la ciudad muestra la misma cara. La misma vida de desgaste cotidiano sin objetivos, cuyo único consuelo es la fiesta anual, pero ocasional. El sevillano vive por y para la fiesta y no, como en otras poblaciones con más sentido del "marketing", para sacarle un provecho económico a una vieja tradición. No, el sevillano lo vive desde dentro, de un modo visceral, completamente irracional, como una adicción al divertimento que surge de la conciencia agresiva de un vacío existencial. En Sevilla sólo existe la Feria y la Semana Santa.

Igual que hace 400 años, el tedio y las pocas ganas de trabajar son la norma de un modo de vida que sólo encuentra su sentido en la evasión de la fiesta, en no ir hacia ningún sitio. Igual que hace 400 años, la fiesta es una alabanza al poderoso. Igual que hace 400 años, acatamos las consecuencias de un clasismo que ya ha sido superado hace mucho en la otra cara de la vida, esa vida cotidiana y "racional" de todos los días. Igual que hace 400 años, aunque la ciudad se caiga a pedazos, cuando llegue el momento estará a punto para vestir sus mejores galas.

Las obras del metro no podrán con el Consejo General de Cofradías. Los derechos de los ciudadanos no podrán con las "sillas" que sólo pueden pagar unos pocos, comiéndonos las calles, ese preciado don llamado "espacio público". La diversión y el jamón "cinco jotas" de las casetas se apagarán al paso del interés general y el común de los mortales, mientras se encienden, tímidamente de nuevo, cada vez que se deja ver la característica figura del pícaro, que existe desde antes del Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán. Las fachadas se vestirán de domingo de ramos, con palmas y banderas de la ciudad, capaces de tapar los desconchones. Y en los balcones, los "señoritos", que ya eran señoritos hace 400 años, se asomarán más para dejarse ver, que para contemplar la fiesta.

Y el mundo entero se detendrá, frotándose los ojos, incrédulo, para comprobar cómo, un año más, el humo puede crear figuras hermosas donde sólo hay vacío y miserias. Un año más, y ya van 401.

Dejar de pensar

Últimamente he visto como se disparaban las visitas de mi blog y no sé si achacarlo a la casualidad o a la causalidad de visitar por mi parte otros blogs que, a su vez, tienen muchas visitas. De cualquier manera, esta inesperada "publicidad" me ha provocado un miedo escénico que ahonda más si cabe la incipiente crisis que vengo experimentando desde los últimos meses.

No es que antes escribiera más. Al contrario, la frecuencia de posteo ha ido aumentando, según se desintegraban las ideas y la auténtica necesidad de escribir.

A principios del verano, no sabría decir exactamente en qué mes, puesto que en Sevilla el verano es muy largo -empieza en abril y aún no ha terminado- me planteé cerrar el chiringuito. Un día, sin saber cómo ni por qué, sentí que ya se había producido el cambio: del capullo no salió una mariposa, sino otro capullo aún más grande. Había perdido completamente la fe -en general, en todo- y había hecho mella en mí el escepticismo, el cinismo, el sarcasmo. Estoy acomodada y "aburguesada". Casi "hamburguesada". Así que no merecía la pena seguir buscándole las cosquillas a este mundo, visto con estos ojos miopes. Los que llevo puestos detrás de las gafas y los otros.

He hablado desde entonces de filosofía, sin pretenderlo. He recurrido a la lógica oculta en la psicología para explicarme actitudes y comportamientos locos, de este loco mundo. Y todo, con la espinita clavada de intuir que, en realidad, todo es inútil.

Sin más preámbulos: me he agotado. Ahora sólo quiero descansar, no hacer nada. Descansar, dejar de hacer. Dejar de pensar. Dejar de escuchar la incongruencia de frases incoherentes y contrapuestas, como dos verdades en lucha que no se pueden demostrar, ni en positivo ni en negativo. Dejar de buscar la comodidad y falsa sonrisa del sarcasmo para autocomplacerme. Dejar de buscar la razón de la lógica. Dejar de buscar. Dejar de querer encontrar. Dejar de pensar.

¿Si dejo de pensar me negaré a mí misma? ¿Esta reflexión es aplicable a todos? Si así fuera, tendría sentido aquello de "no somos nadie".

2.10.06

¿Y si voy de esmoquin?

El próximo sábado tengo que asistir a una boda. No tengo gran interés, ya que no conozco ni al novio, ni a la novia: se trata de una de estas bodas de compromiso, en que el invitado tiene una relación laboral con el contrayente y ha de llevar un "acompañante" que, por razones que no termino de entender, tengo que ser yo.

La historia tiene sus ventajas: me invitan a cenar, conozco lugares nuevos -el bodorrio es en un pueblo del Aljarafe que no he visitado hasta ahora-, me permite romper la monotonía de las tardes de sábado de relax...

Pero en sí, casi todas estas ventajas, conllevan grandes desventajas. Lo de la cena de gorra no. Pero por lo demás: tengo que conducir por carreteras ignotas con una "ele" colgando de la esquina superior izquierda del parabrisas trasero de mi vehículo y con una ropa, seguramente, incomodísima; me van a negar mi siesta sagrada de los sábados; me van a obligar a meterme dentro de una iglesia, arriesgándose a que mi piel se inflame y se llene de llagas o empiece a vomitar bilis verde, mientras insulto a los novios; etc.

Pero lo más grave es que no me dejan ir en vaqueros. Nunca he sido una fanática de la moda y mi presupuesto no da para excesos en compras. Y bueno, cuando me lo he podido permitir, he preferido gastarme el dinero en viajes o comidas, antes que en trapitos. Así que, si ya tengo poca ropa, la ropa de fiesta directamente no entra en mi armario.

El hecho es que, por alguna razón que desconozco, estoy obligada a llevar un vestidito de fiesta. He podido esquivar el engorroso asunto de los floripondos, los tules y los volantes; lo que no he podido evitar es el desembolso económico. ¿Por qué para acompañar a alguien a una boda que ni me va ni me viene me tengo que gastar tanto dinero?

Hace poco me dieron una idea fantástica para librarme de pagar tan alto precio. "¿Por qué no alquilas un traje?". No caí en la cuenta de que la palabra que utilizó fue "traje" y no "vestido". Por alguna razón, los hombres que tengan un compromiso de este tipo no tendrán que gastar tanto dinero como yo, ya que tienen la posibilidad -posibilidades infinitas, diría yo- de alquilar en cualquier sastrería un traje, un chaqué, un esmoquin, un chaleco brillante de fiesta... Lo que quieran.

¿Por qué las mujeres no tenemos esa posibilidad? ¿Por qué estamos obligadas a ir preciosas, con vestidos monísimos e incomodísimos, y siempre distintos para cada ocasión? ¿Por qué si un hombre, en lugar de alquilar, se decide a comprar un traje, lo amortiza de aquí a 20 años; mientras que yo, si tengo una boda por año, durante los próximos 20 años, tendría que comprarme 20 vestidos?

Entonces me hice la gran pregunta: "¿qué pasaría si voy de esmoquin? ¿De verdad se armaría tanto revuelo? ¿Tomarían a mi pareja por gay y a mi por transexual? ¿Lo considerarían una excentricidad apoyada por las tendencias de moda de vanguardia? Es más, ¿por qué me tengo que ver en el ojo del huracán, criticada, censurada y juzgada por los demás asistentes en función de lo que vista? ¿De verdad importa tanto?". En realidad, lo que a mi me importa, es que el compañero de trabajo del novio, a quien acompaño, no se sienta incómodo y se lo pase bien.

Al final encontré un vestidito de urgencia, más o menos apañao y bien de precio -rebajado a la mitad de su precio original-, en el Factory, lo que implica que es de la colección de 2005. Con suerte, nadie se dará cuenta de que está anticuado. Con suerte, si tengo otra boda próximamente podré volver a utilizarlo porque, con suerte, no coincidiré con los invitados. Sólo espero no engordar.

PD. Tenía que escribir una frivolidad para desincrustarme las manchas de tristeza que llenaban mis últimas entradas.