26.10.06

Con la vista perdida

Ya lo anunciaba sutilmente, como viene siendo habitual en ese tipo de ofertas, la letra pequeña del rimbombante anuncio del periódico, en un lenguaje que no conseguí descifrar, pero que me sugería sin paños calientes que estaba demasiado miope como para hacerme unas gafas nuevas a buen precio.

No es que no fuera capaz de leer la "letra pequeña". Nada de eso. Si los ojos, hoy por hoy, para lo que me sirven es para leer. Eso sí, no me pidas que salga a cazar perdices, que me pueden pasar a dos metros en vuelo rasante y seguramente no las veré.

No, se trataba de un mensaje más o menos críptico incluido en el anuncio, por lo demás muy clarito, que venía a decir algo así: "Montura y cristales, 20 euros. Precio limitado a existencias, a los modelos más feos de nuestro escaparate y a miopes que tengan entre una y dos dioptrías". O algo así.

Pero me arriesgué. Me arriesgué a quedar como la cegata del pueblo. La muchacha que me atendió me dijo: "Es que con los cristales que tú necesitas no te lo podemos hacer, porque te pasas el límite de dioptrías. Además, esto está limitado a cristales sin reducción". Lo que era fácilmente traducible como: "Además, como no te hagamos reducción en los cristales, te veo con dos culos de vaso en la cara, bonita". Creo que aquella chica se reía para sus adentros. ¡Cuánta maldad hay en este mundo!

Después llegó la odisea de las monturas. La chica sólo me sacaba gafas que llevaban inscrito en el lateral cosas como "Carolina Herrera", o "Prada", o "CK"... No sé si es que no tenía otras o que me veía con ganas de tirar el dinero, aunque si fuera esto último podríamos decir que la que estaba totalmente ciega era ella. Era indiferente, con marca o sin ella, ninguna me gustaba, ninguna me sentaba bien.

Al fin, encontré unas gafas que, muy a pesar mío tenían una de esas inscripciones, pero resultaban más o menos discretitas. Y sin embargo, cada vez que me las pongo, no dejo de ver en el espejo a la inimitable Rosa León.

Con todo esto, lo que quiero decir es que, mirar seguiré mirando al infinito, aunque cada año vea menos. Y el dinero que me cuesta.

¿Por qué cosas tan básicas como ésta no las paga la Seguridad Social?

1 comentario:

Jose C dijo...

Uf, por empleadas como esas siempre me he alegrado de no necesitar gafas.

Y la verdad es que siempre que me pruebo algunas siempre he pensado que me quedan muy bien, pero que se le va a hacer, no las necesito.

Ánimo y sigue mirando al infinito!