6.5.07

Palabras

El pasado 23 de Abril se dio a conocer la palabra más votada en la iniciativa de Escuela de Escritores "Apadrina una palabra". La afortunada que se salvará para el recuerdo es "bochinche", desconocida para mí hasta la fecha, y que según la RAE significa en su primera acepción: "tumulto, barullo, alboroto, asonada".

No sé hasta qué punto el total desconocimiento de la existencia de esta palabra implica una auténtica escasez de vocabulario por mi parte. Me da la sensación de que muchas de las palabras más votadas tienen una ligazón emocional con sus votantes, que las eligen por haber sido el soniquete constante de su infancia, o porque, un día, estuvieron en boca de esos seres queridos que ya no están.

También estoy casi segura de que la ausencia de muchas de esas palabras en nuestro vocabulario cotidiano no se debe tanto a una mengua en nuestra capacidad para recordar significados asociados a sonidos, o a un interés cada vez más escaso por la lectura, sino a la normalización del lenguaje llevada a cabo con dureza desde las instituciones y medios de comunicación, desde las capitales y grandes ciudades. Cada vez hablamos de un modo más correcto y más uniforme, pero menos personal. Igual en Cádiz que en Pontevedra.

La falta de uso de muchas palabras está vinculada a la desaparición del objeto o concepto al que se refieren. Pero en otros casos no es así: en otros casos tenemos la posibilidad de elegir entre varias palabras que significan lo mismo, pero tendemos a utilizar aquella que es más utilizada por los demás, la que suena más, para no resultar extravagante, o sencillamente, por la comodidad de tenerla almacenada en la memoria temporal.

Hace unos días, me reuní un especialista en historia de la pintura para determinar el contenido de un guión documental. Me llamó la atención uno de sus comentarios, que no iba dirigido a los temas que trataba el guión, a los pintores que debían aparecer en el vídeo o sus obras, sino al empleo de la palabra cobrar. "Cobrar fama o notoriedad", era más o menos la expresión. "Me suena sudamericano", me dijo. Y aunque no se lo dije, me pregunté por qué, dado que para mí es un término de uso cotidiano. ¿No irá a caer en desuso también esa palabra? ¿No se limitará a partir de ahora sólo a los cobros en metálico? ¡Qué cosa más prosaica!

Algunas de mis palabras favoritas se contaban entre las más votadas en la iniciativa de Escuela de Escritores, entre ellas las sonoras "alféizar" y "zaguán", muy vinculadas por cierto a la tradición arquitectónica popular de Andalucía. ¿Cómo llamaríamos si no a ese lugar donde colocamos los geranios? ¿Y a ese donde, tras venir del bochorno veraniego, asados al sol, nos refugiamos nada más entrar en casa?

Pero otras muchas se han quedado fuera. Y merece la pena traerlas aquí. Algunas son de uso casi diario:

ABORRECER, porque ¡Lo tengo aborrecío!
REVENIRSE, porque casi siempre que me encuentro mal Estoy revenía.
DESNORTARSE, porque mi madre me decía a menudo, y transcribo su acento, Estás esnortá. Algo que ahora me suelo repetir a mí misma para salir del trance.
ACICALARSE, porque es lo que hace mi novio antes de verme, que es muy presumido.
MENESTER y ESPABILAR, porque casi siempre las he escuchado unidas, en exhortaciones del tipo ¡Es menester que espabiles!

Otras describen a la perfección la personalidad de gentes que pueblan, o han poblado, mi vida:

El ZOQUETE, el TUNANTE, el LISONJERO o la PIZPIRETA, algo que nunca he conseguido llegar a ser, ya que para eso era menester espabilar.

Y por último, las más bonitas son aquellas que hablan de un tiempo perdido e irrecuperable, salvo para nuestra memoria:

Como el ACERICO apuñalado de alfileres que mi madre guardaba en su costurero...
O el PISCOLABIS que, en verano, podíamos tomar a media mañana después de haber pasado por los ULTRAMARINOS.

1 comentario:

Saucisse dijo...

En mi país es super conocida esa palabra "bochinche". Es mas algunos tenemos fama de "bochincheros"