9.7.07

Creciendo a la luz de las imágenes

La primera vez que percibí un cambio rotundo en mi mirada de espectadora fue viendo Pulp Fiction con 18 años. La había visto tres años atrás, de estreno, y entonces debí salir asqueada del cine, después de haber visto como le reventaban la cabeza a un muchacho sentado en el asiento trasero de un coche.


¡Cómo me reí luego!

La crueldad y la violencia extrema no hacen daño, siempre y cuando sepamos que no es más que una farsa. Tomar conciencia del tono de una película puede ser difícil en ocasiones, pero es sin duda necesario para dejarse deleitar por la experiencia cinematográfica.



Igual ocurre con casi todas las artes; hay que saber que disfrutar del arte no es un lujo gratuito, sino que requiere un pequeño esfuerzo: intentar vislumbrar la mirada ajena, la del autor, en el trazo del pincel o la huella de la gubia. Si no, sería fácil horrorizarse ante representaciones de la vida, tan dramáticas como realistas.

El arte nunca debería ser un monólogo.

4 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Se necesita, sin duda, cierto aprendizaje, del arte y de su contenido. Saludos cordiales.

Saucisse dijo...

A mi Tarantino me transformó la percepción, hoy lo veo desde lejos y predispuesto porque creo que hubiera podido ser un loquito de una de sus películas

Calle Quimera dijo...

¿El arte un monólogo?,creo que muchas veces es el reflejo de la soledad e incomprensión en la que se ve apresado el artista.Existe el monólogo en el arte y más de lo que creemos...Abrazos. Salud¡¡¡.

Cerillo dijo...

De hecho el arte siempre es extremo, contradictorio y bello y sus cualidades siempre tienen la obligación de ir dos, tres o cuatro pasos delante de lo que estas decidido a permitir.