6.3.06

Amores de Mar

Hay amores que son como el océano, que van y vienen con las mareas; que dependen de las fases de la luna; que se enroscan, a veces, en resguardos de la costa; y otras, la deshacen con violencia, para regresar a la pureza hecha de una línea de agua, sobre una línea de tierra.

Hay amores engañosos, que se ocultan en balsas pacíficas y mueren con las últimas luces del verano. Pero como el mar, no por ocultarse dejan de existir. Y su intensidad y potencia -latentes, perdidas, olvidadas- se desatan de nuevo con el primer viento del Norte.

Hay amores infinitos, como el horizonte azul, que duran una vida y más.

Y hay amores que, como el mar inmenso, devuelven a los corazones la fe en aquello que la razón no puede creer. Hay amores que, como el mar inmenso, infunden un pánico inexplicable. Hay amores que, como el mar inmenso, están tan próximos al absoluto, que hacen daño.

Y todo esto no pretendía ser más que una introducción para hablar de la, en ocasiones banal, Brokeback Mountain. Se quedó sin Oscar a la Mejor Película, en mi opinión merecidamente. Buen trabajo de los actores. Paisajes inalcanzables, por su capacidad de desbordar la pasión. Paisajes conmovedores. Un ritmo adecuado. Una historia que, inteligentemente, no pone el énfasis en los prejuicios de la sociedad en que viven los amantes, sino en el prejuicio de los propios amantes que, asociado al vértigo, al pánico del mar inmenso, les bloquea hasta impedir para siempre lo que habría podido ser una existencia plena y feliz. Pero ellos, cobardes, decidieron quedarse con el vaivén del mar.

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