7.6.06

Lenguas que unen y separan

Hacer uso de una lengua es ejercer una voluntad de entender. Para eso sirven las lenguas, tanto en su vertiente oral como en la escrita: para entenderse uno mismo -todos hablamos solos, todos formamos frases en nuestra mente antes de pronunciarlas para estar seguros de transmitir el significado apropiado- y para entender a los demás.

Ninguna lengua es perfecta, porque todo es mejorable, pero en el uso práctico se acercan mucho a la perfección. Son sencillas, por su carácter directo y porque todos, desde edades tempranas, hemos sido capaces de usarlas; pero al mismo tiempo son complejas por abarcar toda una serie de signos y símbolos que van mucho más allá de la mera expresión fonética, y que son capaces de transmitir, con bastante precisión, casi cualquier idea, pensamiento, emoción o sentimiento. Y además, las lenguas son entes vivos, que se renuevan y se adaptan constantemente y casi sin esfuerzo, sólo con el uso, a las necesidades de los hablantes.

Las lenguas unen, crean puentes de comunicación, que a su vez refuerzan los lazos vitales: los lazos que establecemos con quienes convivimos, con las personas que llegamos a conocer. Bien usadas, las lenguas son generosas, porque facilitan la comprensión del otro. Con las lenguas, salimos de nuestro autismo emocional para acercarnos a lo ajeno. Las lenguas nos permiten aspirar a lo universal.

Y sin embargo, en ocasiones, las lenguas son muros y puentes dinamitados. Hay quienes siendo capaces de hablar la lengua del otro, se mantienen obcecados en el uso de la suya propia, aun sabiendo que el otro no les comprende. Hay quienes, de este modo, no hacen gala simplemente de una enorme falta de respeto, sino de una ausencia de voluntad de entender: son personas que no quieren hablar con los demás, sino que gustan de escucharse a sí mismos.

Había olvidado la "castellanofobia" que se vive en los territorios en que se habla catalán o valenciano. Había olvidado pequeños ejemplos cotidianos de marginación, como cuando tenía que elegir mis asignaturas en la Universidad de Valencia y las que se impartían en castellano estaban casi siempre fuera de mi alcance y de las posibilidades de cualquiera de encajar en un horario que permitiera terminar la carrera en cinco años.

Hoy he recordado todo aquello, cuando una amiga alemana me ha enviado un e-mail en que decía: "Felicitats per haver aprovat el carnet de conduir". Sé que tiene un "spanish friend" en Munich y estoy segura de que ha sido él quien la ha ayudado con la traducción. Sé que su intención era tener la deferencia de felicitarme en mi propio idioma, igual que hice yo en su cumpleaños. Y sé lo que significa la frase. Pero su "spanish friend" ha estado a punto de arruinarle el detalle... Menos mal que sé catalán y conozco a mi amiga.

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