6.4.07

Enfermedades del alma y fisiología

Los periodos de tristeza son como los periodos de hambre: cuando consiguen saciarse, caen en un olvido tan profundo como si nunca hubieran existido, como si nunca hubieran estado ahí.

Eso sí, cuando el que muerde es el insecto de la soledad, no hay cura posible, no hay antídoto a esta enfermedad crónica. Ya nada vuelve a ser igual, nada se mira con aquellos ojos incólumes, ajenos al sentimiento de pérdida, protegidos por la ignorancia del peligro.

4 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

El insecto de la soledad tal vez trate de hacerse pasar por inmortal, pero muere cuando así se lo propone el ser a costa del cual vive. Besos de ánimo, querida amiga.

umla2001 dijo...

Hola Isabel. Lo que quería decir es que la soledad, aunque se acabe, una vez se ha vivido tiene un efecto duradero: es una experiencia que puede modificar por completo la manera de enfrentarse al mundo de una persona, o la manera de intentar comprenderlo. Pasa lo mismo con la traición: después de una traición es imposible no volverse, aunque sea un poquito, desconfiado.

Besos.

Calle Quimera dijo...

La soledad nunca traiciona,acompaña en momentos dificiles.Aveces nos da la mano y otras nos la quita.Abrazos.

umla2001 dijo...

Calle, la verdad es que hay dos tipos de soledad muy diferentes: la buscada y la que no lo es.

Creo que la primera, donde uno puede elegir su situación no se puede considerar como tal. La auténtica soledad es una condena de la que es casi imposible librarse. Esta es la que deja huella y causa estragos.

Saludos.