20.9.07

Ciao a tutti

Revisando el blog, y comprobando el punto al que he llegado, no me queda más remedio que cerrar el chiringuito. No tiene sentido seguir escribiendo estas páginas. Y aunque sigo teniendo tantas ganas de escribir como el primer día, sería absurdo querer hacerlo aquí. No me he quedado afónica, pero estoy empezando a perder mi voz. Y antes de destrozar por completo mis cuerdas vocales, prefiero decir adiós.

He querido dejar reposar las palabras durante un tiempo, esperar a que pasara la marejada. Pero ya nada será igual. Y no sólo por la pérdida del anonimato, sino por el hastío que venía arrastrando cada entrada.

Tengo que dar las gracias a todos los que han participado con sus comentarios, porque la experiencia ha sido enriquecedora: ha sido agradable saber que hay gente que lee estas páginas, y que disfruta con ello; ha sido reconfortante sentir su apoyo en los momentos difíciles (¡gracias Isabel!); y sobre todo ha sido sensacional ver que podíamos abrir espacios de debate, espacios para compartir e intercambiar opiniones, aunque estas no fueran siempre del mismo signo.

He dejado una promesa incumplida.

Pero prometo seguir escribiendo, no sé dónde, no sé cuándo...

29.8.07

Aclaraciones

¿Seguir escribiendo sobre un asunto del que se supone no debemos escribir no es incurrir una y otra vez en el mismo error, aunque sea para aclarar aquello que pudo ser maliterpretado?

No lo sé.

De todas maneras, es necesario matizar algunos aspectos que se podían desprender de las abundantes críticas y quejas que sobre mi trabajo vertí en estas páginas.

La soledad y el aislamiento. Quizá no fueron tales, pero yo me sentí sola y aislada. No puedo borrar ese sentimiento de mi memoria porque ahí está. Quizá no supe ver que sí había personas que me apoyaban. Y esto, cualquier trabajador que se haya sentido aislado en su empleo, puede comprenderlo.

Especialmente, tengo que resaltar la labor de la Consejería de Cultura. Si bien en un primer momento consideré que su ayuda no era de la magnitud que yo estimaba necesaria para desarrollar un proyecto como era el de la serie Andalucía Barroca, debo reconocer que durante los últimos meses su personal se volcó conmigo, facilitándome el trabajo semana tras semana para poder sacar la serie adelante. En este sentido, tengo que destacar el empeño y pasión que pusieron Jesús Romero, Director General de Bienes Culturales, y José Luis Romero, Conservador del Patrimonio, a quienes admiro por haber sido para mi una fuente inagotable de conocimientos en todo este proceso y por su capacidad para implicarse en el proyecto.

Asimismo, respecto a los asesores que debieron haber participado en la serie, no sólo aportando su saber al departamento de documentación, sino realizando los totales que luego se insertarían en el discurso narrativo de cada capítulo; no deja de ser verdad que muchos de los que se nos propusieron como contactos en un primer momento, no dieron una respuesta favorable a esta colaboración.

Sin embargo, sí hubo muchas otras personas dispuestas a colaborar, capaces de dedicarnos su tiempo, sus conocimientos y su amabilidad. Entre ellos debo destacar a profesores y catedráticos como Reyes Escalera, Rosario Camacho, Rafael Sánchez-Lafuente Gémar, Miguel Bernal, Antonio Parejo, Victor Pérez Escolano, Antonio Bonet Correa, etc. Auténticos pesos pesados del estudio de la Historia del Arte en Andalucía, que han demostrado su grandeza, a nivel profesional y humano. Cabe además en estas líneas un cariñoso recuerdo para una de las personas más generosas que he podido conocer en mi vida profesional, el Delegado Episcopal para la Restauración de la Iglesia del Salvador, Juan Garrido Mesa, que falleció pocos días después de rodar su intervención en la serie.

Por último, debo reconocer que si estuve en desacuerdo con el nivel que se me había impuesto en la escritura del guión; o con la metodología de trabajo; este blog no era el espacio más adecuado para hacerlo saber a nadie. Y si mis palabras al respecto pudieron ser interpretadas como palabras de menosprecio o resultaban hirientes para las personas con las que estaba trabajando, se debió sin duda a un error de interpretación por su parte, o a una mala redacción por la mía, porque esa nunca fue mi intención.

24.8.07

Exposición Pública

A lo largo del último año, es decir, el último año académico, he tenido infinidad de problemas en mi trabajo. Y en lugar de guardármelos para mi, he cometido la osadía de publicarlos en estas páginas, a modo de desahogo.

No medí las consecuencias de mis actos. No pensé que la imagen de las instituciones con las que trabajábamos podía verse comprometida. Pero al mismo tiempo, conforme escribía, estaba convencida de que indicaba con suficiente claridad que las críticas que iba realizando no iban dirigidas a la Consejería de Cultura. Tampoco a mis compañeros.

Si alguien pensó que estos eran los objetivos de mis quejas, es que malinterpretó mis palabras.

Sin embargo, recientemente me han hecho notar que, aunque ésta no era la intención, sí pudo ser el resultado de estas publicaciones. He podido ofender o herir a muchos profesionales, a pesar de que nunca he querido poner en duda su profesionalidad. Transmitir de un modo público que la empresa donde he estado trabajando muestra constantes faltas de respeto hacia sus empleados, puede resultar muy dañino, tanto para ellos, como para quienes contratan sus servicios. Y estoy completamente segura de que si los responsables de la contratación hubieran sido conscientes del sufrimiento de la gente que trabaja en esta empresa, no se habrían comprometido con ella.

Por eso, y porque he reflexionado lo suficiente como para darme cuenta de que estas críticas deben quedar limitadas al ámbito privado, he decidido retirar todos los posts al respecto.

No obstante, si soy coherente con mis ideas, no puedo retractarme de todo lo escrito. No puedo declarar que escribía movida por un estado de estrés que me nublaba la mente, que deformaba mi capacidad de percepción hasta hacerme ilustrar situaciones que nunca ocurrieron. No puedo hacerlo, porque mentiría. He descrito los comportamientos y situaciones que he vivido en esta empresa, tal y como los sentí en su momento. Mi opinión al respecto no ha cambiado. Y no me arrepiento de pensar como pienso. En la opinión no cabe la culpa.

No cabe tampoco la coacción. No tiene sentido ofrecerme una improbable recuperación de mi empleo a cambio de una rectificación pública, porque lo único que me ha mantenido atada a este trabajo durante los últimos meses ha sido el profundo compromiso asumido para culminar la serie que tenía entre manos, un proyecto que había sido verdaderamente ilusionante. Un compromiso que me ha obligado a esforzarme hasta el extremo con el fin de sacar adelante mi trabajo con algo de dignidad. Y eso, ese espíritu de sacrificio por el bien común es lo único que espero que se recuerde de toda esta experiencia.

Quizá esta postura parezca poco inteligente, por augurarme un dudoso futuro profesional. Pero si me hacen elegir entre un puesto de trabajo y mi coherencia, lo tengo claro. Después de haberlo pensado mucho, sólo puedo reconocer que me he equivocado en una cosa: haber hecho públicas mis opiniones.

20.8.07

Lejos del Blog

He estado aquí...











Prometo colgar mis impresiones al respecto, en cuanto tenga algo de tiempo o me instale internet en casa.

25.7.07

Arte en tiempos oscuros

La expresión, y por extensión el arte, es siempre una búsqueda.

Cuando el equilibrio frena el ímpetu de buscar más allá, cuando llega la paz, se detiene también el motor de la expresión. Reina el silencio profundo y sereno.

Por eso el caos, la contradicción, el desequilibrio, la inestabilidad y el desasosiego, que claman por buscar respuestas, que gritan recorriendo caminos que les lleven a una escapatoria, son muchas veces el origen del arte.

13.7.07

Frase del día X

La crítica de los errores y faltas ajenos delata los propios.

9.7.07

Creciendo a la luz de las imágenes

La primera vez que percibí un cambio rotundo en mi mirada de espectadora fue viendo Pulp Fiction con 18 años. La había visto tres años atrás, de estreno, y entonces debí salir asqueada del cine, después de haber visto como le reventaban la cabeza a un muchacho sentado en el asiento trasero de un coche.


¡Cómo me reí luego!

La crueldad y la violencia extrema no hacen daño, siempre y cuando sepamos que no es más que una farsa. Tomar conciencia del tono de una película puede ser difícil en ocasiones, pero es sin duda necesario para dejarse deleitar por la experiencia cinematográfica.



Igual ocurre con casi todas las artes; hay que saber que disfrutar del arte no es un lujo gratuito, sino que requiere un pequeño esfuerzo: intentar vislumbrar la mirada ajena, la del autor, en el trazo del pincel o la huella de la gubia. Si no, sería fácil horrorizarse ante representaciones de la vida, tan dramáticas como realistas.

El arte nunca debería ser un monólogo.

6.7.07

Frase del día IX

Escribir es un acto íntimo... hasta que publicamos la entrada en el blog.

3.7.07

¡La plaza es mía!

Buscar información en internet es como ir a preguntar a la plaza del pueblo: hay dos o tres enterados que te pueden ofrecer datos fiables, pero la mayoría sólo habla por hablar o repite lo que otros han dicho. Después está el quiosquero, ese gran personaje, que lo mismo te vende chupachups que la publicación impresa más actualizada respecto a un tema muy específico. Y si aún tienes dudas, te remite al profesor o al cura.

En definitiva: para enterarse bien, lo importante es saber a quién preguntar.

2.7.07

Piedras en el camino

El conocimiento de uno mismo hace más fácil afrontar las trampas y los enemigos que surjan en el camino. La experiencia, el haber recorrido ya algunos tramos de ese camino y saber de sus trampas; el haber visto ya las huellas del enemigo e intuir su presencia, lo facilita aún más. Pero siempre hay una primera vez en que caminamos sin aviso previo; y apenas escuchamos el runrún lejano de las voces sabias que intentan advertirnos. Y siempre duele.

29.6.07

Felicidad y Moda

La felicidad es como un vestido: cada cual escoge el que mejor le sienta.

La felicidad es como un par de zapatos: si no se anda cómodo con ellos, poco importa lo bonitos que luzcan.

14.6.07

Frase del día VIII

Si tuviéramos algo que decir, no hablaríamos tanto.

13.6.07

Frase del día VII

Un artista no debería vivir de su arte. Si lo hiciera, correría el riesgo de dejar de hacer arte para hacer un producto de venta al mejor postor.

7.6.07

Frase del día VI

No hay abrazo más sincero que el de la oscuridad.

6.6.07

Frase del día V

Cuando las palabras se agotan, es porque el interlocutor hace tiempo que se tapa los oídos con las manos.

1.6.07

Frase del día IV

Antes de lanzarse a explorar, hay que plantar el campamento base.

26.5.07

Frase del día III

Cuando estoy sola, no dejo de tropezarme conmigo misma.

22.5.07

Frase del día II

El mundo no está para servirle a uno; uno está para servir al mundo.

11.5.07

Proteger lo protegido

Hace unos años, el colmo del fracaso era seguir viviendo con tus padres a los 30. Hoy, se ve como algo natural.

Hace dos días, el pasado miércoles 9 de Mayo, el Ayuntamiento de Sevilla, a través de su empresa municipal Emvisesa, sorteó más de mil viviendas protegidas para los colectivos que tienen más difícil comprarse una casa -o piso, igual me da-, desde minusválidos a familias monoparentales, pasando por supuesto por los jóvenes con sueldos miserables y contratos temporales, a pesar de que su formación suele superar con creces a la de los jefes para quienes trabajan.

Y digo yo, ¿en qué cabeza cabe que un derecho constitucional, un bien básico y fundamental para la vida, tenga que estar sujeto a las injustas leyes de un mercado donde, unos pocos forrados pueden comprarse tres o cuatro -o quince o veinte- viviendas y jugar con ellas como quien juega en bolsa? ¿Por qué tenemos que esperar a que nos den viviendas protegidas a pesar de tener un buen trabajo y un buen sueldo para poder pagarlas? ¿Por qué celebramos tener que pagar 15 millones de las antiguas pesetas como si nos hubiera tocado la lotería? ¿Sólo porque lo normal es pagar diez veces más? ¿Es posible que estemos errando en la proporción? ¿No sería más lógico que todas las viviendas tuvieran el razonable precio de las protegidas y que el resto, una proporción mínima, fueran viviendas de lujo para aquellos que puedan y quieran pagar esos precios?

Huelga decir que no me ha tocado ni la pedrea.

Frase del día I

La religión no es la respuesta a mis plegarias, digo... a mis problemas.

Con esta frase inauguramos nueva sección en el blog, dedicada a las frases incoherentes que se me van ocurriendo cada día.

6.5.07

Palabras

El pasado 23 de Abril se dio a conocer la palabra más votada en la iniciativa de Escuela de Escritores "Apadrina una palabra". La afortunada que se salvará para el recuerdo es "bochinche", desconocida para mí hasta la fecha, y que según la RAE significa en su primera acepción: "tumulto, barullo, alboroto, asonada".

No sé hasta qué punto el total desconocimiento de la existencia de esta palabra implica una auténtica escasez de vocabulario por mi parte. Me da la sensación de que muchas de las palabras más votadas tienen una ligazón emocional con sus votantes, que las eligen por haber sido el soniquete constante de su infancia, o porque, un día, estuvieron en boca de esos seres queridos que ya no están.

También estoy casi segura de que la ausencia de muchas de esas palabras en nuestro vocabulario cotidiano no se debe tanto a una mengua en nuestra capacidad para recordar significados asociados a sonidos, o a un interés cada vez más escaso por la lectura, sino a la normalización del lenguaje llevada a cabo con dureza desde las instituciones y medios de comunicación, desde las capitales y grandes ciudades. Cada vez hablamos de un modo más correcto y más uniforme, pero menos personal. Igual en Cádiz que en Pontevedra.

La falta de uso de muchas palabras está vinculada a la desaparición del objeto o concepto al que se refieren. Pero en otros casos no es así: en otros casos tenemos la posibilidad de elegir entre varias palabras que significan lo mismo, pero tendemos a utilizar aquella que es más utilizada por los demás, la que suena más, para no resultar extravagante, o sencillamente, por la comodidad de tenerla almacenada en la memoria temporal.

Hace unos días, me reuní un especialista en historia de la pintura para determinar el contenido de un guión documental. Me llamó la atención uno de sus comentarios, que no iba dirigido a los temas que trataba el guión, a los pintores que debían aparecer en el vídeo o sus obras, sino al empleo de la palabra cobrar. "Cobrar fama o notoriedad", era más o menos la expresión. "Me suena sudamericano", me dijo. Y aunque no se lo dije, me pregunté por qué, dado que para mí es un término de uso cotidiano. ¿No irá a caer en desuso también esa palabra? ¿No se limitará a partir de ahora sólo a los cobros en metálico? ¡Qué cosa más prosaica!

Algunas de mis palabras favoritas se contaban entre las más votadas en la iniciativa de Escuela de Escritores, entre ellas las sonoras "alféizar" y "zaguán", muy vinculadas por cierto a la tradición arquitectónica popular de Andalucía. ¿Cómo llamaríamos si no a ese lugar donde colocamos los geranios? ¿Y a ese donde, tras venir del bochorno veraniego, asados al sol, nos refugiamos nada más entrar en casa?

Pero otras muchas se han quedado fuera. Y merece la pena traerlas aquí. Algunas son de uso casi diario:

ABORRECER, porque ¡Lo tengo aborrecío!
REVENIRSE, porque casi siempre que me encuentro mal Estoy revenía.
DESNORTARSE, porque mi madre me decía a menudo, y transcribo su acento, Estás esnortá. Algo que ahora me suelo repetir a mí misma para salir del trance.
ACICALARSE, porque es lo que hace mi novio antes de verme, que es muy presumido.
MENESTER y ESPABILAR, porque casi siempre las he escuchado unidas, en exhortaciones del tipo ¡Es menester que espabiles!

Otras describen a la perfección la personalidad de gentes que pueblan, o han poblado, mi vida:

El ZOQUETE, el TUNANTE, el LISONJERO o la PIZPIRETA, algo que nunca he conseguido llegar a ser, ya que para eso era menester espabilar.

Y por último, las más bonitas son aquellas que hablan de un tiempo perdido e irrecuperable, salvo para nuestra memoria:

Como el ACERICO apuñalado de alfileres que mi madre guardaba en su costurero...
O el PISCOLABIS que, en verano, podíamos tomar a media mañana después de haber pasado por los ULTRAMARINOS.

5.5.07

Martes Festivo

Eso sí, para colgar la foto de mi última paella, tengo todo el tiempo del mundo...

A lo que iba, que me estaba quedando tan bonita que no tuve más remedio que hacerle una foto. Después, resultó que estaba tan rica como parecía.

Esto fue lo que hice el pasado martes festivo, en lugar de trabajar, como había planeado, pero ¿quién puede culparme por ello? A quien se atreva, le reto a probarla antes de decir una palabra. Ea.

La entrada imposible

Nada.

Es mejor que no diga nada.

Llevo aquí cerca de una hora y se me ha borrado tres veces lo que había escrito, porque tres veces se ha ido la luz. Así que, si mis palabras no quieren salir publicadas, será porque les da vergüenza, o porque piensan que no deben ser publicadas, porque quizá estaba dando demasiados datos personales que no debían darse a conocer... Quién sabe. ¿Serán las palabras tan listas? ¿O será casualidad? ¿Existe la casualidad? ¿O todo son causalidades desconocidas, causas sobre las que no habíamos reparado, pero que no por ello dejan de tener su efecto?

Lo dejo por imposible. Otra vez será.

27.4.07

Hiperbólica Intimidad

No dejo de preguntarme cómo sucedió todo.

Había calles estrechas, que se revolvían en mil recovecos, conformadas por las casas centelleantes de cal, bajo un sol rotundo. En las casas, paraísos de sombra y agua; verdor de plantas; apenas mobiliario; y la familia, siempre presente. Fuera, algunos ejemplos de autoridad, representados sobre todo en la mezquita aljama. Y mucho barullo de gentes que intentaban timarse mutuamente. Gente que se engañaba y se traicionaba por la espalda, reyezuelos que se vendían al mejor postor cristiano, para salvar la apacible sombra bajo la que sesteaban. Mucho griterío fuera, y silencio en las casas. Calles oscuras, estrechas, húmedas y cerradas.

Y de repente, un desorbitado fervor cristiano. Negación de la fe. Doble negación, porque se negaba en falso. Aunque quizá al final empezó a crecer un sentimiento auténtico: desde la piel a las vísceras.

Y de repente, un entusiasmado placer por encontrar a los demás. Por la perezosa plática, por vivir sin dar un palo al agua, por sisar y extraviar los pagos. Rinconete y Cortadillo. San Fernando, cuando aún era beato.

De repente, el andalusí recogido en sus sombras de verdura, en el paraíso cerrado; se abrió en una explosión de andaluz que ansía el encuentro con el vecino, con el próximo, en memoria de todos los santos. Rosarios por la mañana, por la tarde, por la noche. Vía Crucis. Y toros y cañas. Y a retozar a las gradas. A las de la inmensa molicie catedralicia de Sevilla.

Dos calles abiertas, hacen una plaza. Y de repente un día, La Corredera.

¿De verdad hay tanta diferencia entre el andaluz medieval y el barroco? Las calles de las ciudades andaluzas dicen que sí, que la Andalucía musulmana vivía de puertas para dentro y que la Barroca, teatral como ella sola, empezó a abrirse como una flor, un clavel, supongo. O un geranio.

Pero yo creo que son la misma. Que la necesidad de encontrarse con el vecino y de rajar por los codos estuvo siempre ahí. Que la hiperbólica montaña hueca de la que nos jactamos hoy tenía la misma proporción que nuestra mezquita mayor. Y que, al terminar la jornada, sólo en el corazón de nuestras casas laten nuestras miserias.

Las grandezas las dejamos fuera. Y el andaluz -quizá me estoy refiriendo al andaluz occidental, o estrictamente al sevillano, habría que pensarlo- no deja de ser hipócrita. Es su naturaleza. Enorme fuera y pequeño dentro. Cristiano por dentro o por fuera, según convenga. Adulador con los que pueden ayudarnos a ascender a la gloria de la fama mundana. Miserable con el que primero se de la vuelta.

Al carácter que tradicionalmente se asocia al andaluz, festivo, efusivo, expansivo y tremendo, le bailan los adjetivos en la superficie. Quizá quien así nos defina no sabe que, una vez conocida la fachada, más allá de la puerta no hay nada. O no hay más, que otra puerta. Una puerta que muy pocos son capaces de abrir.

26.4.07

Biblioteca

Para un historiador del arte, no hay nada más jugoso que las relaciones de bienes que solían hacerse tras el fallecimiento de los artistas. Las posesiones materiales, tantas veces desprestigiadas y vilipendiadas; aquello que rodeaba al artista en su estudio; o aquel objeto que habitaba en su casa pero al que nunca prestaba atención; permiten contextualizar a la persona, más que al artista, como creadora de sus obras. Permiten trazar un mapa de su memoria sensorial y emocional.

Pero entre todos los bienes relacionados, si hay algún tipo que sobresale por permitir entrar a escondidas, mirando por el ojo de la cerradura, en la mente del creador, es el material bibliográfico. No sé cuántas veces habré leído aquello de "Pacheco tenía en su biblioteca un ejemplar de nosequién, lo que explica que adaptara las ideas tales a los tipos iconográficos de la pintura del último manierismo sevillano -o protobarroca, que también suena mucho-".

Las bibliotecas ejercen fascinación sobre aquellos deseosos de entender el proceso creativo. Cómo de aquel libro se extrajo una idea, que se desarrolló con ciertos principios establecidos en otro libro, y con una retórica parecida a la de una obra concreta, dando lugar a una elaboración personal de todo ello.

Quizá estamos cayendo en el error de aquel cinéfilo que, alabando un plano de Fritz Lang con un contenido semántico en su composición que sólo tenía sentido para él, le preguntó al maestro de dónde surgió tal hallazgo, a lo que Lang contestó: "No tenía otro sitio donde poner la cámara". (Lástima no recordar la cita exacta, pero hablo de memoria de una clase de Historia del Cine a la que asistí hace más de cinco años).

El material bibliográfico es inflamable, nos puede hacer estallar las ideas en la cabeza sin aviso previo; así que hay que manejarlo con cuidado. Un libro en una biblioteca puede servir, entre otras cosas, para coger polvo. Puede que su dueño no lo haya abierto jamás, o que sólo lo haya hojeado; o que tras leer las primeras páginas, lo haya desestimado por petardo pestiñoso. No podemos pensar que todas las lecturas actúan en la mente de sus lectores con la misma fuerza ni con el mismo empeño; no todas influyen por igual. Y por supuesto, leer diversos libros no nos obliga a relacionarlos según una estructura de pensamiento que sólo está en el erudito que posteriormente estudia ese hábito bibliófilo.

Y todo esto me hace pensar en las pistas que dejamos a los demás a través del blogroll, o de los links que aparecen en nuestra página, o de las páginas que visitamos pero de las que no queremos dejar rastro, esperando que el tiempo lo borre...

Seguro que los historiadores del futuro harán conjeturas con toda esta información.

Y hablando del asunto, tengo que referenciar las dos lecturas que me han influido para escribir este post: esta y esta.

23.4.07

Testimonio gráfico de una errata

O eso espero... Porque si no, ya podemos decir que el Ayuntamiento de Gines, Sevilla, donde ha sido tomada esta fotografía, se ha lucido. ¿Un error de la empresa que confeccionó el cartel? ¿Un paso en falso en el teclado que nadie ha sido capaz de descubrir hasta que estaba plantado en mitad de la calle? ¿Cuándo piensan quitarlo? ¿No saben que me rechinan los dientes cada vez que paso por delante, es decir, dos veces al día? ¿O quizá es una estrategia de marketing para llamar nuestra atención sobre el carácter "iMnovador" de la futura calle? ¿Es un experimento sociológico que pone a prueba nuestro aguante frente a una ortografía deficiente? Si es así, conmigo ya han acabado. A lo mejor, lo único que se pretende es revolucionar el panorama cultural, iMnovando y creando un nuevo lenguaje, para que el andaluz sea reconocido por fin como una lengua independiente del castellano.
Vamos, que esto es una "foto-denuncia". Así que, si no ha quedado claro, por favor, ¡que quiten ese cartel ya!

Ojo, este post pretende poner a prueba al Ayuntamiento de Gines. Si en un par de semanas, el cartel es eliminado, significará que en el Ayuntamiento tienen internet (por lo menos, tienen página y se hace llamar "gines avanza"), que lo usan para algo más que para colgar las incidencias -municipales- del día, que visitan blogs y tienen en cuenta la opinión de los blogueros. Pero sobre todo, significará que usan Technorati, como todo hijo de vecino.

20.4.07

Ocurrió en Virginia

Tenía la vana esperanza de que esto les incitara a replantearse de una vez por todas la necesidad de imponer una regulación mucho más estricta de la tenencia de armas.

Pero no ha sido así. Podrá ocurrir veinte veces lo mismo y no será así, mientras la posesión de armas de fuego sea entendida como un derecho, amparado por una normativa surgida en el contexto cultural del XVIII americano, con todo lo que eso conlleva, y por tanto, completamente obsoleta.

El debate ha quedado milagrosamente, o mejor televisivamente, desviado hacia otro punto: la responsabilidad ética de los programadores de las televisiones, sobre todo de informativos, en la difusión del video donde el asesino se confiesa.

Cualquiera puede comprar un rifle en Estados Unidos, pero más vale no mostrarle al público lo que un tarado aspira a -y puede- hacer con algo así entre las manos.

19.4.07

La nostalgia creativa

Cuando uno lleva una vida rutinaria y monótona, una de esas vidas en las que apenas se perciben cambios, más allá de los que la biología arrastra consigo, la mayoría de las cosas que ocurren no sucede más que en la mente del protagonista. Las verdades, mutables o inmutables, en las que cree a pies juntillas; los sentimientos que le revuelven por completo el alma; incluso aquellos que pueden hacerle tomar una drástica decisión capaz de terminar con aquella monotonía; no son más que recursos elaborados por la mente humana para escapar del hastío.

Y lo más peligroso de todo es que las relaciones con los demás, cuando se extienden en el tiempo, en los días agotados de esa vida cansada, con pausas, interrupciones, separaciones, viajes y distanciamiento, también suceden en el pensamiento de uno.

Y lo más peligroso es que esas relaciones inventadas pueden llegar a determinar nuestro estado de ánimo, o incluso nuestra felicidad.

Así que, si hace tiempo que un amigo no nos llama, es preferible ser optimista y pensar que debe estar muy ocupado en su trabajo, antes que tomarla con él por no recordar "aquellos buenos viejos tiempos".

En resumen, que hay gente en mi mente, que una vez estuvo en mi vida, y a la que echo de menos.

11.4.07

Tiempos medidos

La tristeza se mide en vidas. ¡Qué vida más triste!
La penuria, en años.
El dolor, en días.
El horror, en horas.
La angustia, en minutos.
El placer, en segundos.

La felicidad se mide en ratos.
Pero vivir esos ratitos es como echarse una plácida siesta a las puertas de la eternidad.

6.4.07

Enfermedades del alma y fisiología

Los periodos de tristeza son como los periodos de hambre: cuando consiguen saciarse, caen en un olvido tan profundo como si nunca hubieran existido, como si nunca hubieran estado ahí.

Eso sí, cuando el que muerde es el insecto de la soledad, no hay cura posible, no hay antídoto a esta enfermedad crónica. Ya nada vuelve a ser igual, nada se mira con aquellos ojos incólumes, ajenos al sentimiento de pérdida, protegidos por la ignorancia del peligro.

5.4.07

Autobiografía Ajena No Autorizada

Había empezado con grandes esperanzas, pensando que llegaría a ser novelista, pensando que sería capaz de escribir algo que conmoviera a la gente y que cambiara algo en sus vidas. Pero pasó el tiempo y poco a poco me di cuenta de que eso no iba a ocurrir. No llevaba dentro de mi ese libro, y en un momento dado me dije que debía renunciar a mis sueños. En cualquier caso, era más sencillo continuar escribiendo artículos. Trabajando mucho, pasando continuamente de un texto al siguiente, podía más o menos ganarme la vida, y aunque no fuese gran cosa, tenía el placer de ver mi nombre en letra impresa casi constantemente.

El señor Paul Auster se metió en mi cabeza y extrajo estos pensamientos. Lo extraño fue que lo hiciera cuando todavía no estaban ahí.

Me niego a ser la protagonista de una historia que se escribió cuando yo estaba empezando a aprender a escribir. Me niego a ser la protagonista de una historia que ya han vivido otros, miles de veces. Si no creo en el destino, tampoco tengo por qué creer en estas palabras. Y, aunque pueda ser considerado un acto de rebeldía, entiendo que la única creatividad consiste en romper estas barreras hechas de pesimismo, hastío y pereza. No quiero ser la perezosa que no supo rehacerse cuando parecía ver las líneas de su vida marcadas en la mano, sino la valiente que se atrevió a cuestionarlas.

Poco importa lo que llegue a hacer. Lo importante es no rendirse ante los primeros síntomas de cansancio.

Y La Trilogía de Nueva York es para enmarcar. O mejor, para no enmarcar nunca. Para no colocar nunca en una estantería a coger polvo. Es para tenerlo en la cabecera de la cama, o de almohada. Para dormir sobre él y despertar en él. Un libro camuflado en historias de detectives que habla, una y otra vez, del acto de escribir. Recomendado con cinco estrellitas.

30.3.07

El Gañán en el arte

El Gañán, ese entrañable personaje de La Hora Chanante, es mucho más que una evidencia de nuestra cultura popular - llámese etnología si hace falta, para darle lustre. Es una actitud ante la vida, que sólo los auténticos maestros saben plasmar con fidelidad al modelo real. Ahora lo hace el grupito de Albacete, colando en nuestros salones a un estupendo gañán, encarnado por Ernesto Sevilla.

Pero antes, ya en el siglo XVII, los pinceles de artistas tan grandes como el nunca suficientemente reivindicado Alonso Cano, sacaban a la luz la existencia de este personaje prototípico de un sentimiento apasionado, que surge con la espontaneidad más fresca y no se deja enjaular en los corsés de la alfabetización:


Nótese la actitud amenazante de San Jerónimo, que, claramente, no estaba dedicado precisamente a la oración, sino a esperar al ángel trompetero, crucifijo en mano, para atizarle con él, algo que se puede comprobar con la simple observación de su brazo derecho, cuyos músculos quedan marcados con vibrante tensión.

Y aunque, visto lo visto, pudiéramos aludir a su carácter intrínsecamente hispánico, bien es cierto que encontramos dignos ejemplos de gañán en el arte italiano, que nos permiten pecibirlo más bien como un modelo propiamente mediterráneo.

¡Que me da!

Con este "David", Bernini demostró ser un buen observador de la sociedad de su tiempo, por encima de los excelsos, pero utópicos, ideales del Renacimiento.