30.8.06

Inventos que el mundo no necesita...

...pero yo sí.

Nunca me he planteado ganarme la vida como inventora, más que nada porque podría pasar demasiada hambre. Ni el más creativo puede presumir de tener ideas brillantes todos los días. Y aunque las tenga, no debería hacerlo. Lo habitual, en una persona hecha al ejercicio del duro trabajo intelectual -sí señores, pensar cansa- puede ser tener una o dos buenas ideas al año y mucho es. El resto de su actividad no es más que un buen envoltorio sobre las mismas ideas para mantenerse en el candelabro, que diría alguien.

Pero el trabajo de la invención no debería requerir esfuerzo, aunque sí cierta capacidad creativa. No se trata de inventar por inventar, sino de dar soluciones a problemas existentes. Por eso, mucho de los inventos realmente brillantes, esos que nadie esperaba, no son sino producto del azar, de errores de cálculo o de imprevistos varios. Los demás consisten en hacer más cómodo un producto a su consumidor, como los grandes inventos españoles, esos de los que nos jactamos constantemente: la fregona y el chupachups. Antes de hartarnos de meter palos por sendos agujeros, las mujeres -que eran las que hacían entonces el trabajo- tenían que fregar de rodillas; y los niños -que eran los que entonces comían caramelos- terminaban con la cara y las manos pringosos. Hacía falta, hacía...

Mi aportación al mundo de la inventiva no pretende superar este humilde listón. Y de hecho, lo que espero es que alguien recoja estas ideas para desarrollarlas algún día, sin pagar más precio que reconocerme el esfuerzo creativo con un "la sociedad lo estaba pidiendo a gritos". Y se entiende que el grito lo habrá dado este blog.

Cosas que echo en falta en este mundo, aunque no sé si es que ya existen, pero aún no las han traído a la tienda de chinos de la esquina de mi casa:

1. Un ordenador-entrenador. ¿Pasas ocho horas al día pegada a la pantalla de un ordenador? ¿Notas como se va hinchando la celulitis traicionera en las más insólitas partes de tu cuerpo? ¿Y no vas a hacer nada al respecto? El gimnasio estaría bien, si al llegar a casa no hubiera que fregar, poner lavadoras y preparar la comida del día siguiente. Claro, no hay tiempo para todo. El sexo es otra solución, pero con una vez al mes no se ejercitan suficientemente los abdominales. ¿Qué podemos hacer? Fácil: evitar el trabajo sedentario. No se trata de buscar empleo como escaladores o algo así, sino de hacer ejercicio mientras trabajamos. Muchos de nosotros pasamos tanto tiempo delante del ordenador que podríamos escribir y caminar al mismo tiempo, como hacen muchos con los mensajes a móviles. ¿Que no? ¿A alguien se le ha ocurrido instalar un teclado y una pantalla junto a los mandos de una cinta andadora como las de los gimnasios? Pues ahí está a la idea. De ahí, ya se puede sacar cualquier cosa. Puede que en vez de una cinta andadora sea una bicicleta estática, y puede que junto al ordenador se instale también una mesita portátil, con folios y bolígrafos o un teléfono con su base para que no se caiga. Hay un sinfín de posibilidades. Así, seguro que nos volveremos a ganar el pan con el sudor de nuestras frentes.

2. Un portabotellas de diseño. Sí, ya sé que esto existe. ¡Pero no son nada elegantes! Hoy me he visto llevando al trabajo un termo con té y una botellita de agua en una bolsa del Corte Inglés. Lo menos cool que se me ocurre vamos. ¿A nadie se le ha ocurrido que las chicas sanas, como yo, no compramos refrescos de lata en las máquinas de los bares de nuestros respectivos entornos laborales? ¿A nadie se le ha ocurrido que quizá nuestros bolsos no sean pozos sin fondo y que para evitar derramamientos sospechosos sobre nuestro dni y otra documentación importante conviene llevar las botellas separadas del resto de pertenencias? ¿A nadie se le ha ocurrido que ya está bien de hacerle publicidad al Corte Inglés, usando sus bolsas para todo? Pues eso es lo que pido, un bolso de mano, pequeño, adaptado a la forma y tamaño de una o dos botellas estándar, y bonito. No hace falta que tenga dibujos de flores, por favor.

3. Un entretienededos. Los fumadores y exfumadores me entenderán. ¿Qué haces con las manos si no estás fumando y por lo tanto no tienes nada que sostener, véase, un cigarrillo? ¿Qué haces si no estás hablando, sino escuchando, y por lo tanto no tienes motivos para gesticular? ¿Qué haces si no tienes bolsillos donde apoyar los pulgares? ¿Qué haces en la barra del bar esperando a que te sirven esa copa? ¿Dónde dejas los dedos? ¿Qué haces con ellos? ¿Te mesas el pelo? ¿Te colocas bien la camiseta, el pantalón, la falda, el vestido o lo que lleves puesto? ¿Miras la hora para darte cuenta de no tienes reloj de pulsera? ¿Buscas el móvil en el bolso para hacer como que te interesa mucho saber la hora que es? ¿Y cinco minutos después de haber llevado a cabo todo este ritual? ¿Entonces qué haces? Pensar una y otra vez lo que hacer con tus dedos. Echas de menos un juguete, una gomilla del pelo, un peluche de los que al apretarle la barriga emiten sonidos. Por eso propongo una idea para que sea desarrollada: se necesitan juguetes, aparatos, instrumentos o elementos varios que permitan y justifiquen hacer algo con los dedos, con las manos, mientras se está en el coto de caza. Quiero decir en discotecas, clubs, pubs y bares de moda. A ver si a alguien se le ocurre algo. A mi sólo se me ha ocurrido poner muelles en la barra, porque lo mismo pueden servir para tirar de ellos y ver como rebotan; como para meter los dedos, en el caso de los más osados; como para colgar el bolso...

4. Una percha divertida. Para que se vea, no para que sea algo digno de esconder en tu cuarto. Superado ya el trauma del galán de noche -que no sólo es un arbusto-, conviene salir del armario. Todos llegamos a casa exhaustos y sin ganas de pararnos una y mil veces a doblar la ropa y separar la que hay por lavar. No hay nada más reconfortante que desnudarte -para ponerte el pijama, se entiende- tirando la ropa por los aires sin preocuparte de cómo y dónde cae. Por eso, yo invoco a todos los diseñadores pertinentes, para que materialicen esta idea: un galán de noche que no sea galán, ni sea para galanes. Que sea una percha divertida, sin ton ni son. Un mueble que, si no tiene ropa encima, bien podría estar decorando un salón o expuesto en una galería de arte. Un estilizado, colorido y geométrico árbol que lanza sus ramas al cielo para permitirnos colgar en ellas nuestros ropajes, que penderán como manzanas maduras hasta el día siguiente. Alegría para un cuarto desordenado.

Y mi capacidad de inventiva no ha dado más de sí. Espero que alguien, algún día, ponga en pie estas ideas. Aquí tiene una compradora segura.

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