Mientras mi hermano aparece en las portadas de la prensa local de la provincia argentina de Chubut; mientras su historia es ampliamente conocida, no sólo por periodistas sino por particulares -a los que mi padre telefoneó por error en busca de información-; mientras da ruedas de prensa para los medios de allí, al respecto de la traumática experiencia que ha vivido en los últimos días; aquí no se sabe nada. ¿Por qué?
Puedo comprender que la historia de dos españoles perdidos en la Patagonia durante tres días no tiene mucha chicha, sobre todo si son rescatados con vida. Puedo comprender que el asunto queda muy lejos del interés general -el concepto de "interés general" no deja de ser muy relativo. Pero... ¿qué habría ocurrido si las autoridades argentinas no hubieran llegado a tiempo? ¿Sólo los muertos son noticia? El morbo que da un cadáver moviliza a una redacción entera; pero un relato dramático con final feliz, no. ¿No se dan cuenta de que a veces nos gustaría leer -o ver, o escuchar- historias como esa para no perder la fe en el ser humano? Concretamente, en el ser humano argentino y en las autoridades de aquel país, a las que mi hermano y mi cuñada no saben ya como demostrarles cariño y agradecimiento. ¡Les han salvado la vida!
Y siguiendo el mismo razonamiento, si ningún periódico español de tirada nacional y mucho menos local, se hace eco de la noticia por considerarla de escasa importancia. ¿Por qué allí sí lo hacen? Si nuestra Protección Civil hubiera salvado a dos extranjeros que andaban haciendo turismo por un parque natural cualquiera en unas condiciones meteorológicas tan desfavorables como para dejarles aislados, ¿nuestros servicios informativos habrían contado la historia? Yo creo que sí. ¡Cómo nos gusta hacernos publicidad! Quizá los argentinos piensen igual...
Afortunadamente, después de una amplia pero infructuosa búsqueda vía internet y después de gastarnos un dineral en llamadas a medios argentinos, hoteles e incluso, como ya adelanté anteriormente, particulares, hemos conseguido hablar con mi hermano, que no había llevado consigo el teléfono. Sabemos que está bien, pero estamos esperando a que vuelva con ejemplares de la prensa argentina de ayer para conocer los pormenores de la historia.
Estoy por llamar a A3 para ver si se dejan de hablar de redes de prostitución y de asaltos a chalés en sus reportajes de A Fondo, y hacen un hueco a mi hermano y mi cuñada, ya que al menos les conocen de antemano por su aparición en Pelopicopata.
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6 comentarios:
Pues yo estoy seguro que si la historia de tu hermano y tu cuñada no ha salido en los medios de comunicación españoles, Umla, es directamente porque no se han enterado. Y más estando como estamos en agosto. Prueba a llamar a cualquier medio nacional o regional y envíales la portada del diario de Chubut; diles que día vuelven a España, organízales una entrevista y... voilá!
Me juego contigo lo que quieras!
Por cierto, me alegro que al final todo se haya quedado sólo en un susto!
No sé, quizá tengas razón, Sergio. Pero será deformación profesional o no sé muy bien qué: el caso es que siempre pienso que la información que se ofrece a los espectadores es, de una manera u otra, interesada.
Gracias por tu interés.
Ciao.
Vaya tela. Los medios a veces se centran tanto en retroalimentarse y actuando como elite que se olvidan para quien trabajan. La sociedad, realmente, clama sus derechos. Espero que tu hermano estén bien. Espero noticias tuyas. Saludos.
Hola Jose. Gracias por preocuparte y por tu comentario. Todo se ha solucionado y parece que vuelve la normalidad para mi hermano.
Saludos.
Hola, soy el involuntario protagonista de la noticia. Como veo que ha surgido interés respecto a la difusión de este asunto, os comento que a nivel regional en Argentina la difusión ha sido abrumadora (luego aclararé por qué). Sin embargo, a nivel nacional en Argentina, que yo sepa no se ha difundido la noticia, y menos aun en España.
Lo del resultado abrumador lo digo por dos razones. Por un lado, todos los medios de comunicación (prensa, radio, tv)del lugar donde nos encontrábamos quisieron entrevistarnos. A la tercera entrevista durante el desayuno en el hotel, ya me cansé y le pedí al responsable del hotel que no me pasara más llamadas ni a ningún periodista, y que los citara a todos para conferencia de prensa por la tarde. Esto lo hice por dos razones, una porque necesitábamos hacer algunas gestiones durante la mañana (conseguir un billete de avión, liquidar la cuenta con la agencia de alquiler de coches,etc.). La otra razón era que los periodistas no hacían más que ir a buscarnos al hotel, o por la calle, y queríamos quitarnos la presión de encima. La verdad es que funcionó; ellos tuvieron su información y nosotros un poco de tranquilidad.
En cuanto a los medios de comunicación, mi mujer y yo estuvimos valorando si debíamos atenderlos o no. La verdad es que no teníamos ningún interés, pero de algún modo me sentí obligado a hacerlo. Nuestra búsqueda comenzó demasiado tarde, y a partir de que se enteraron los medios y comenzaron a difundir la noticia, todo se movió muy rápido. Por otro lado, mientras estábamos desaparecidos, el hecho de oir al tercer día por la radio que ya nos estaban buscando como podreis suponer nos dió una enorme tranquilidad. De hecho, tuvimos un interés especial por estar en el programa de radio que difundió la noticia, para de algún modo devolverles el favor.
Una vez cumplida esa obligación moral, tuvimos que pagar el precio de la fama; que por otra parte,y por suerte fue efímera. Convertirse en un personaje público en aquel lugar fue de lo más engorroso. Todo el mundo nos reconocía por la calle, nos preguntaba como nos encontrábamos, o los más discretos nos miraban y se sonreían. Está claro que su intención era buena, pero lo que nosotros necesitábamos era tranquilidad y olvidar lo sucedido. Afortunadamente, un día después cogimos un avión y nos fuimos a otra región a 2000 km de distancia y volvimos a ser dos personas totalmente anónimas (o casi, porque aun nos reconocieron en 2 o 3 casos).
En cuanto a la cuestión de la difusión, personalmente hubiera preferido que fuese mucho menor. Cuando llegué a mi casa en Sevilla, encendí mi teléfono móvil y empecé a recibir SMS de compañeros de trabajo que se habían enterado del asunto me dije: "Voy a tener que contar esta historia unas 50 veces durante la siguiente semana", como de hecho ha ocurrido. De todos modos, no me ha importado demasiado, y siempre es agradable apreciar el cariño de la gente.
Habiendo sido un protagonista involuntario de las noticias, me he dado cuenta de la importancia de respetar el deseo de las personas de que la información sea o no difundida, y en mi caso, si vuelve a ocurrir intentaré ser lo más discreto posible.
Un saludo a todos.
Carlos.
¡Vaya, vaya! ¡Leerte por aquí, eso sí que es una noticia! De la que, por cierto, ya hablaremos...
Vaya por delante que cuando colgué estas entradas, no tenía idea de que pudiera ser problemático para vosotros, los "protagonistas" de la noticia. Por supuesto, de ser así, no lo habría hecho. Sencillamente estaba bastante harta de buscar información, sin éxito.
Por lo demás, ya comemos juntos algún finde.
Besos.
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