29.7.05

Es noticia

Quizá debí haber estudiado Ciencias de la Información, eso suponiendo que la Información pueda considerarse una aséptica ciencia, en lugar de una rudimentaria artesanía donde cada maestrillo tiene su librillo.

El caso es que, ajena a los contenidos que componen esta licenciatura, no dejo de preguntarme, al ver los informativos de ciertas televisiones generalistas, si lo que ofrecen son realmente noticias, si son "noticias para tontos" o si me están intentando tomar el pelo.

Atendiendo a la definición de noticia, no la que aparece en los diccionarios o en los manuales de Teoría de la Comunicación, sino a la que me dicta mi lógica, entiendo que la información televisiva, que ni se compra ni se vende, o así debiera ser, está en un mercado: el del interés público.

Lo de la democratización de la información, donde las tecnologías a "nivel de usuario" multiplican las fuentes y los puntos de vista y hacen accesibles las opiniones de los que saben y los que no saben, aún no es un hecho, aunque a los que usamos internet diariamente nos parezca increíble. Más que nada porque donde se pongan los informativos de las tres, con el plato de comida por delante, que se quite lo demás.

La televisión sigue siendo el medio más popular para informarse, entre otras cosas porque sólo requiere una actitud pasiva. Televisión es sinónimo de comodidad, a veces de apoltronamiento, tanto a nivel físico como intelectual. Pero además de entretener y anestesiar nuestro tiempo sin tiempo, la televisión debe ejercer la función informativa como un servicio público. Es decir, la información al servicio del interés público.

No debemos confundir el interés público, o general, con "aquello que interesa a mucha gente". En este sentido, estoy convencida de que un número abrumador de personas puede estar interesada en hechos que no pasarán a la Historia, mientras los que sí lo harán esperan su turno en el fondo de un cajón para salir a la luz, y cuando lo hacen, consiguen que nos restreguemos los ojos somnolientos.

Sin embargo, esto no justifica que se haga de los informativos espacios donde tienen cabida las más estúpidas curiosidades o comentarios revestidos de la supuestamente simpática socarronería de algunos presentadores. Convertir a los informativos en espacios amenos es aceptable, pero esto no tendría que estar necesariamente reñido con el rigor, la credibilidad, la veracidad, la seriedad y la claridad, ingredientes que se echan de menos diariamente en nuestras televisiones.

¿Es noticia ver circular a un equipo de fútbol de aeropuerto en aeropuerto? Yo creo que no, máxime cuando lo hacen para publicitar la propia marca de la empresa para la que trabajan. Los informativos no tendrían por qué regalarles eso.

¿Es noticia el calamar gigante que se expone en una pescadería valenciana? ¿Y los helados que quitan el dolor de cabeza?

Contra los colores con que se pintan las noticias de las distintas televisiones ya es inútil luchar. Sabiendo de qué pie cojea cada una, es sencillo desarrollar los mecanismos necesarios para identificar la auténtica noticia entre la maraña de tonos, dobles sentidos y matices que puede llegar a envolver una frase.

Tampoco voy a destapar ahora teorías de conspiración mediática, que servirían para ir provocando, como quien lentamente inocula un veneno, la inoperancia del cerebro de los ciudadanos. La desinformación, la confusión premeditada de las prioridades informativas y la cuidadosa, a veces incluso detallista, manipulación de los contenidos y las formas al servicio de los contenidos, son ya viejos conocidos de todos los que alguna vez han trabajado en la tele.

Podría tomarse como una ingenuidad por mi parte el reclamar un poco de seriedad a los responsables de las cadenas; pero a los espectadores no nos cuesta tanto reflexionar sobre la información que recibimos, preguntarnos sobre el carácter y el interés de cada noticia, o qué acontecimientos, lugares y personas echamos en falta en la cotidiana revisión de la actualidad.

¿Fue noticia que el 16 de Julio de 2003 más de 16.000 personas disfrutaran del único concierto en España de uno de los grupos más prestigiosos de la música popular contemporánea? El grupo, efectivamente, era Radiohead; una de las 16.000, yo. Pero aquel día tuvo que morirse Celia Cruz. Y con eso ya estaba cubierta la noticia musical del día.


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