31.7.05

La Guerra de los Mundos


¡Vaya bodrio me tragué la otra noche! Desde la primera secuencia, con ese locutor de radio de los años 50, quizá en un malogrado intento de homenajear a Orson Welles, que trata de explicar los evidentes motivos por los que una especie extraterrestre se decidiría a invadir y conquistar nuestro planeta -¡qué mala es la envidia!- hasta la solución final para salir del paso en que los bichos del espacio exterior se ponen malitos.

La película es mala de verdad, aburre. Se resumiría así: los extraterrestres nos invaden, aparecen en una ciudad, los matan a todos, pero Tom Cruise y sus hijos consiguen escapar en el último momento; aparecen en otra ciudad, los matan a todos, pero Tom Cruise y sus hijos consiguen escapar en el último momento; aparecen en otra ciudad... Y así sucesivamente, hasta que los extraterrestres enferman: las bacterias son infinitamente más poderosas que nosotros.

No voy a alabar la espectacularidad de las imágenes donde los malos destruyen el mundo porque no me parecieron tan espectaculares. Más bien al contrario, muchas parecían sacadas de estas pelis de serie B de mediados del siglo pasado, tipo "El ataque de las arañas mutantes". Quizá es otro homenaje, qué se yo. Ridículo de todos modos.

Quitando eso, la película tiene dos planos bonitos: aquel en que los tendederos llenos de ropa están a punto de salir volando, antes de que nadie sepa aún lo que está ocurriendo; y el de la iglesia, cuando es desmantelada por un trípode, que la corta como si fuera mantequilla y consigue que se deslice, obteniendo el consiguiente efecto de "luz a través del rosetón". Casi una experiencia religiosa.

Hablando de trípodes, tremendo nombre para las máquinas de guerra de los extraterrestres. Yo pensaba que era el lugar donde se ponía la cámara.

Otro punto positivo -¿el único?- es el fiel retrato del analfabetismo de la clase media estadounidense, muy logrado. Se refleja con toda la naturalidad del mundo la necesidad obsesiva que tienen algunos de los habitantes de ese país de salvar al mundo; una voluntad que, siendo por fin justos y fieles a la realidad, se revela completamente inútil. Memorable la escena en que los amigos de Tom discuten sobre la naturaleza de los acontecimientos, antes de caer fulminados por sendos trípodes; o el linchamiento al único coche que funcionaba sobre la faz de la tierra en ese momento y que, casualmente, era para Tom. Esas imágenes no muestran lo peor de los americanos sino, debemos reconocerlo, lo peor de la especie humana: el egoísmo llevado al extremo en momentos críticos. Así ocurre.

Para terminar, decir que la niña es la mejor actriz de la película, aunque su personaje sea repelente; su madre, Eowyn, está correcta, pero desaprovechada; Tim Robbins, fantástico, el único giro sorprendente en toda la cinta, un personaje que llega a dar más miedo que los propios trípodes; y Tom Cruise, patético. No sé si es que ha sido tan mal actor siempre, o sólo desde que es cienciólogo, pero recuerdo un personaje que me cautivó y que ahora no puedo imaginarme con otra cara que no sea la suya: el fascinante Lestat.

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