24.9.06

¡Viva el Pelo!

Modelo.
(Del
it. modello).
1. m. Arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo.

Esta es la primera acepción que ofrece el diccionario de la RAE del término "modelo". Si los modelos son "ejemplos a seguir", tiene sentido que los responsables de eventos como la Pasarela Cibeles, pongan mucho cuidado en el "punto de referencia" que quieren transmitir a quienes van dirigidos este tipo de acontecimientos: tiendas y consumidores de moda. Pero no sólo eso, los medios de comunicación, principalmente televisión y revistas especializadas, magnifican la difusión de estos eventos, que puede llegar a cualquier ámbito y rincón de nuestra sociedad.

Por eso, no es de extrañar, que todas aquellas personas preocupadas por inculcar unos valores de salubridad, por encima de un concepto de belleza fútil e inalcanzable, desde poderes públicos a padres y madres que ven el espectáculo de la moda desde el sillón de sus casas, intenten frenar una tendencia que lleva muchos años siguiendo un camino torcido. No hace falta que venga ningún médico a explicarnos que las muchachas de las pasarelas están un poco faltas de carne: si las tuviéramos delante, seguro que más de uno le ofrecería un puchero o una ensaimada.

En definitiva, aplaudo llena de satisfacción que se haya tomado una iniciativa para evitar que personas enfermas puedan desfilar como modelos, esto es, como "ejemplos a seguir". ¿Es que vamos a hacer de la enfermedad un paradigma de belleza? Cibeles ha sabido verlo, aunque con cierto retraso.

Quizá sólo faltaba dar un paso más. ¿De qué se trata? ¿De impedir la entrada de una imagen escuálida en nuestro subconsciente como modelo de belleza? ¿O de presentar como modelos de belleza a mujeres reales? Porque si se tratara de esto último, cabe decir que los organizadores se han quedado cortos. Falta la estría y la celulitis de las mujeres reales; falta el poco tiempo para maquillarse y darse cremitas; falta la imposibilidad de ir todas las semanas a la peluquería a tomar tratamientos de hidratación intensiva contra la sequedad del cabello; faltan los conjuntos de tiendas de barrio o las piezas de mercadillo bien combinadas, porque no podemos ir a comprar ropa a los diseñadores que participan en Cibeles.

Pero sobre todo, falta pelo. ¿A quién se le ocurrió que la mujer perfecta era una mujer que carecía de pelo en todo el cuerpo, salvo en la cabeza, donde debía ser largo, sedoso y abundante? ¿A quién se le ocurrió que, periódicamente, debíamos sufrir esa tortura llamada "depilación"? ¿Qué tipo de sádico se excita con una mujer lo suficientemente masoquista como para provocarse esos daños? ¿Es que nadie se ha enterado de que las mujeres, como los hombres, tenemos pelo por todo el cuerpo? ¿Será posible que los hombres consideren a las pieles tersas, satinadas y "calvas" de las modelos como "modelos de belleza"?

Ya hemos dejado de pasar hambre para contentar a los hombres o a nosotras mismas, engañadas por un canon de belleza que hemos asimilado tras un hábil bombardeo de imágenes. ¿Para cuándo la rebelión contra la cera y las pinzas?

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